Debido a la censura que sufre el Cónsul Vergara, Paisano será el encargado de hacer las notas históricas. Esta vez, sobre Caseros, la batalla que decidió un país, allá por el 3 de Febrero de 1852.
Periodista de la Gazzeta saintterriense: Cómo fue ese día.
Paisano: Todo empezó unos meses antes cuando andaba de orgía en orgía en Francia y se armó bardo y otra Revolución. Me uní a los socialistas de Louis Blanc pero duramos poco. Me pegué el pire, crucé palabras con San Martín que era contrario al movimiento revolucionario…
Pe: Perdón, Ud fue amigo de San Martín.
Pa: Yo era amigo de Bolívar. Con José teníamos una relación, «hasta ahí». Era un hombre del orden, y yo, no,
Pe: Continúe.
Pa: Me pego el pire, termino en Río. ¡Un quilombo en esa colonia!. Parece que un tal Rozas se la declaró al Imperio y el mocoso macaquiño que hacía las veces de Emperador lloraba, le daban ataques de pánico, el gaucho me bolea la corona, cosas así. ¡Fulera la nami del Emperador, no sabé!. La cuestión es que hablo con los sacquarema, la gente de Honorio y el maldito de Vasconcelos, que eran los que más clara la tenían, y les pedí 10 mil morlacos para recorrer el Río de la Plata a ver que se podía hacer. Recordemos que el bárbaro de Cerrillos había rajado a ingleses y franceses, Era el Maradona de la época, el mazorquero.
Pe: Por qué mazorquero?
Pa: Le metían un choclo en las nalgas al que preguntaba sin saber.
Pe: (Glup) Tendré más cuidado la próxima vez,
Pa: Eso espero. Así que me fui a Montevideo, a Buenos Aires.
Pe: Conoció al Dictador Rozas?
Pa: Lo conocí. Bravo, guapo, humor sádico. Me vio en metejón con la hija, la famosa Manuela, y se armó bardo y rajé para Concepción del Uruguay. Ahí me recibió Urquiza. Me dio acojo, me dijo que era bienvenido, y que todo lo que estaba en Entre Ríos me era disponible, menos las minas que eran todas del quía. Otro braco, guapo, y le gustaba la guita, al guacho. Me dijo que quería hacer constitución y sacar oro por el puerto, y Rozas se oponía. ¡Ésta es la mía!, me dije. Me tiró quinientos morlacos, era medio tacaño el Castellano, y me fui a ver al Emperador. Ahí le tiro, Compralo a Urquiza o só boleta. Ni lerdos ni perezosos le mandaron creo que cuatrocientos mil a Urquiza en adelanto, que el Castellano, retribuyendo mis gestiones, me depositó 2,000 en Panamá.
Pe: Desde esos tiempos existían las Panamá Papers.
Pa: Puff, otro día le cuento como la independizamos de Colombia porque no me entregaron a eternidad a la Angie Cepeda.
Pe: Cuántas historias las suyas!
Pa: Ni Felipe Pifia con el Pacho saben las que me sé yo.
How what yo dou
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