Otra nota histórica del Caudillo de la Revolución Gloriosa, el Líder Garabato Paisano de Saint Terriéns:
Periodista de la Gazzeta Saintterriense: Hoy hablamos de la batalla de San Lorenzo…
Paisano: Combate. Por la cantidad de fuerzas en litigio, se le dice combate.
Pe: Muchas gracias, prosiga.
Pa: Empiezo en realidad.
Pe: Claro.
Pa: A ver. Eran los calurosos días de enero de 1813. Yo estaba peliado con Artigas porque no me eligió congresal a la Asamblea del año ’13, entonces me volví a Montevideo y revestí en un escuadrón del Rey felón.
Pe: Fernando Séptimo?
Pa: Prr. Un bordador de medias que tenía el miembro grande y la capocha hueca. Pero bueno, Artigas era bravo, intrasigente, terco, y yo no me la iba a callar con ese abigeteador. Yo lo conocía al Tony Zabala, y me dice: Véngase al barco, ud que conoce el Rosario, que viamo a í a saquear las costas del Paraná, y el Monumento a la Bandera.
Pe: El… El monumento a la bandera?
Pa: Creo que Aramburu ya lo había inaugurado. Bueno, me equivoco con las fechas. Prosigo.
Pe: Prosiga.
Pa: Así que me subo al barco, viajamos sin que los porteños pudieran hacer nada, todo tranqui, todo pancho, alguno habrá tenido algún escarbuto, nada del otro mundo.
Pe: Y entonces?
Pa: Llegamos a San Lorenzo: ¡Tierra dijo Rodrigo de Triana!. Y ahí es cuando uno se da cuenta que América es española. Porque esas palabras te llenan la piel, te endulzan el paladar. Es muy emotivo. Peeeroo..
Pe: Pero…?
Pa: No terminamos de desembarcar que aparecieron unos negros a caballos gritando ‘ a degüellos, a degüello’, ‘maten moros, maten maturrangos’, esas cosas fuleras que se dicen en las güerras.
Pe: Ud dónde estaba.
Pa: Yo? Al pie del cañón, esperando pa’ rajá, ¡Eran corajudos esos indios disfrazados de azul y galera, sable en mano!. Me piraba bien pirado.
Pe: Y entonces?
Pa: Lo veo a San Martín que se cae, y me digo, ‘esta es la mía: me voy a cobrar la que me debe este guacho’. No éramos amigos con él.
Pe: Cómo es eso?
Pa: Una ronda de tragos en Cádiz, estábamos con los amigos, los masones, Alvearito, toda la juntada. Y éste yapeyuyense tenía fama de empinar el zurracapote y escaparle al pago. Además que escabiado decía que Napoleón le pellizcó el uniforme, y que se yo las pavadas que contaba, y ahí me calenté: ‘Yo me tumbé a la Josefina, sudaca, Qué Napoleón ni Napoleón’. Y ahí se pudrió todo mal, recontra mal. (chasquea dedos) Alvear me saca por una puerta y el narigudo quedó caliente, porque me la quería dar.
Yo me piro a Buenos Aires, con Castelli y el primo ese de la voz aflautada hacemo’ la Revolución. Pero. Hete aquí (golpea con el puño la mano) San Martín se entera que estoy en el Río de la Plata. ‘Me las pico’, dicen que dijo, parece que Wellington lo whatsappea: «Che, boludo, que ahora le ganamos al corso y te hacen Gobernador de Sevilla, tenés una carrera abierta acá, que se yo, que se cuanto». Y que no, que ese garabato me las paga, loviamatá, y esas cosas que se dicen, y se vino.
Pe: Ud. me dice que se volvió a Buenos Aires, por Ud?
Pa: Siempre fue un tipo de honor, debió pensar que esa pelea de borrachos merecía un mano a mano sin milicos, y bueh, se volvió.
Pe: Eso tira abajo décadas de discusiones…
Pa: Ah, con eso de que era masón agente inglés, esas pavadas. Era un borracho, el indio ese, Con honor, aclaro, muy honorable. Y se volvió.
Pe: Y ud lo tuvo a tiro cuando queda atrapado debajo del caballo.
Pa: Claro. Le apunto (achina los ojos, hace como que apunta con sus cuatro dedos), me mira, lo miro; nos miramos, me hizo un gesto con la mirada, típico del hombre que sabe que lo mata uno mejor. Y aparece el negro culia’o de Cabral, y luego Baigorria, y lo salvan.
Pe: Se reconcilió alguna vez con San Martín.
Pa: Estuve en una tertulia peruana cuando él era Protector. Y la Campusano me dice, Aflojale, aflojale que es buen tipo. Nos dimos la mano, como quien no quiere la cosa. Me robó la nami el hijo de puta. Así vengó la afrenta. Era guapo el negro. Sí, se la perdoné, porque así somo’ lo macho’.